El paisaje se instala en la mente. Las culturas humanas se desarrollan en parte acorde a aquello que ven y que recorren, el exterior a uno que conforma el horizonte. Viví en las montañas mucho tiempo, viniendo de la llanura reconozco como me conmovieron la introspección encajonada del bosque y las laderas de los cerros. En el encuentro con la estepa la introspección es más profunda, en esa región semiárida que parece despoblada y simula extenderse como no lugar, tan solo el paso hacia el destino, allí es posible que se experimente la suspensión del pensamiento como el sueño entre dos incertidumbres; una filosofía económica de la existencia que transcurre con el el viaje.
“Viene uno como dormido
cuando vuelve del desierto;
veré si a esplicarme acierto
entre gente tan bizzarra
y si al sentir la guitarra
de mi sueño me despierto”.
Martín Fierro
Caminata